¿Qué cualidades debe cumplir un maestro frente a grupo?
Hay varios factores y características en conforme a su actitud personal y en perfil docente.
* En lo personal:
Cordialidad y cercanía: El maestro tiene que conseguir con su trato que los niños no tengan miedo a preguntarle y pedirle consejo cuando sea necesario. Si descontamos las horas de sueño, en algunos casos, el niño va a pasar más tiempo con el maestro que con sus padres, y a veces de forma mucho más intensa y comunicativa.
Entereza y autoridad: El respeto que va a ser necesario en la educación global de los niños, tiene que mantenerse siempre como referente por parte del docente, y aunque éste habrá de ser mutuo, será el maestro, especialmente en los primeros cursos, quién tendrá que establecer los límites en el aula; y, para ello tendrá que saber mantenerse firme cuando sea necesario y cuando la distinción de su rol corra peligro, por supuesto, siempre lejos de cualquier signo de violencia.
Paciencia: El maestro ha de ser paciente. Una de las bases de la educación actual es que no hay dos niños iguales. Sus ritmos de trabajo, sus comportamientos en clase y todos los factores externos que puedan afectar a su aprendizaje, provocan lógicos desfases en las necesidades temporales de aprendizaje de cada uno.
Entusiasmo y entrega: El maestro debe mostrar entusiasmo y entrega en su trabajo diario porque su materia de trabajo es lo más sensible del mundo, los niños, acreedores de todo el esfuerzo necesario por su parte. Si un maestro tiene vocación, su profesión le entusiasmará y se entregará al máximo y, como decía hace un momento, la paciencia no será algo que tenga que forzar artificialmente, porque estará cumpliendo una función que le llena.
Humildad: La humildad puede ser hasta positiva para mantener el respeto y la autoridad, porque aumentará la confianza de los niños en su maestro como referente en el aula, que también es humano y también se equivoca. y como representante de los valores.
Facilidad de comunicación: El maestro debe tener lo que coloquialmente se llama, “don de palabra”. No hay que olvidar que en el proceso comunicativo que se establecerá cada día en el aula, él desempeñará la mayor parte de las veces el papel de “emisor”. Pero también será a menudo “receptor” y recibirá constantes respuestas que, sobre todo en los primeros cursos de los niños, no siempre estarán claras, a veces incluso serán tremendamente confusas, y él las debe saber interpretar en la medida de lo posible para poderles corregir positivamente.
Creatividad y decisión: Son dos rasgos diferentes, pero he preferido comentarlos juntos, porque de nada le sirve a un maestro ser creativo a la hora de enfrentarse a situaciones de difícil solución o de hacer propuestas didácticas interesantes, si no tiene la capacidad de decisión suficiente como para llevarlas a cabo.
El maestro se va a encontrar a menudo con situaciones en las que, con los recursos establecidos o habituales, no será capaz de encontrar soluciones rápidas o eficaces. Es aquí donde su creatividad e imaginación va a ser importante para “sacarse de la manga” propuestas de solución viables.
Ser abierto y reflexivo: Es importante mencionar también que esa actitud, si hace bien su trabajo, también la puede transmitir positivamente a sus alumnos a la hora de que puedan utilizar “sus propias palabras” para responder a cuestiones que se les planteen.
Capacidad de trabajo: Hay que romper con el tópico de que el trabajo de maestro es una tarea fácil. Nunca debería haberlo sido. Estamos, o deberíamos estar, lejos del maestro que se sentaba o se sienta en la mesa a leer el periódico o en la actualidad a navegar por internet, Aún durante las tareas individuales, siempre requieren de nuestra observación y apoyo, y eso no quiere decir que en un momento dado no podamos hacer simultáneamente otras tareas que nuestro trabajo requiere, como el de buscar información o datos para enriquecer una próxima explicación, corregir ejercicios, planificar la siguiente clase, etc. pero, siempre, sin dejar de estar pendientes de la clase.
Rasgos personales
Buena preparación y disposición a la formación continúa: A lo largo de sus estudios de magisterio, habrá adquirido muchos de esos conocimientos, tanto prácticos como teóricos, pero estos no siempre serán suficientes. Además de una lógica y continua labor de recordatorio para mantener frescos sus conocimientos, el maestro deberá tener una adecuada predisposición a continuar formándose, prácticamente de forma ininterrumpida.
Capacidad investigadora:
En esa formación continua en que se debe implicar el maestro, él puede jugar un papel directo y protagonista en cuanto a su propia capacidad investigadora. No todo el conocimiento, que le va a venir bien añadir al que ya tiene, se lo van a dar “mascado”, sino que él mismo, con su propio esfuerzo e investigación deberá tomar las riendas en un auto-aprendizaje teórico y práctico que le ayudará a dinamizar y amenizar las clases.
Habilidad manual:
Considero que, aunque no es imprescindible que el maestro sea un “artista”, sí es necesario que tenga un nivel mínimo y suficiente de destreza para ayudar y formar adecuadamente a los niños en sus diversas manualidades, dibujos, troquelados, recortables, modelados, etc.
Capacidad de organización y planificación:
El maestro va a tener que pasar de una materia a otra varias veces a lo largo de una jornada, y lo tiene que hacer de forma organizada. Y no estoy hablando sólo del horario, que es algo bastante fácil de llevar y asimilar por los niños, sino de las adecuadas transiciones, y a veces relaciones, entre contenidos. A una determinada actividad de conocimiento del medio, con una lectura sobre un tema interesante, se le puede sacar mucho partido también desde el punto de vista del lenguaje, haciendo ver a los niños la importancia práctica de dicha relación, justificando así la conveniencia de una enseñanza globalizada en educación primaria.
Capacidad de evaluación:
Va a ser esta la que mas le comprometa, La evaluación no tiene que pecar ni de ser muy rígida ni muy blanda; ha de ser eficaz. El niño ha de saber cuándo lo ha hecho mal, pero hay que saberle motivar para buscar su mejoría, y no frustrarle en exceso mientras haya margen de corrección. También nos encontramos con un problema en el caso contrario.
Motivador:
Antes hablaba de que hay que saber motivar a los niños, especialmente si sus resultados académicos no son buenos. Estamos ante otro rasgo, cuando se posee, que da muestras de buena profesionalidad por parte de los maestros. Lo considero tan importante o más que cualquiera de los anteriores. El maestro no se debe limitar a evaluar y “dar batallas por perdidas”, sino que se debe esforzar al máximo y jugar todas sus bazas para intentar motivar a sus alumnos y levantar la seguridad en sí mismos.
Responsabilidad:
Para terminar, hay que destacar este rasgo, tanto personal como profesional que un maestro debe tener. La responsabilidad no es precisamente un rasgo exclusivo que deba tener el maestro, sino que debería ser común a la totalidad de la vida, en lo personal, y a la totalidad de las profesiones.
¿Qué cualidades debe cumplir un maestro frente a grupo?
Hay varios factores y características en conforme a su actitud personal y en perfil docente.
* En lo personal:
Cordialidad y cercanía: El maestro tiene que conseguir con su trato que los niños no tengan miedo a preguntarle y pedirle consejo cuando sea necesario. Si descontamos las horas de sueño, en algunos casos, el niño va a pasar más tiempo con el maestro que con sus padres, y a veces de forma mucho más intensa y comunicativa.
Entereza y autoridad: El respeto que va a ser necesario en la educación global de los niños, tiene que mantenerse siempre como referente por parte del docente, y aunque éste habrá de ser mutuo, será el maestro, especialmente en los primeros cursos, quién tendrá que establecer los límites en el aula; y, para ello tendrá que saber mantenerse firme cuando sea necesario y cuando la distinción de su rol corra peligro, por supuesto, siempre lejos de cualquier signo de violencia.
Paciencia: El maestro ha de ser paciente. Una de las bases de la educación actual es que no hay dos niños iguales. Sus ritmos de trabajo, sus comportamientos en clase y todos los factores externos que puedan afectar a su aprendizaje, provocan lógicos desfases en las necesidades temporales de aprendizaje de cada uno.
Entusiasmo y entrega: El maestro debe mostrar entusiasmo y entrega en su trabajo diario porque su materia de trabajo es lo más sensible del mundo, los niños, acreedores de todo el esfuerzo necesario por su parte. Si un maestro tiene vocación, su profesión le entusiasmará y se entregará al máximo y, como decía hace un momento, la paciencia no será algo que tenga que forzar artificialmente, porque estará cumpliendo una función que le llena.
Humildad: La humildad puede ser hasta positiva para mantener el respeto y la autoridad, porque aumentará la confianza de los niños en su maestro como referente en el aula, que también es humano y también se equivoca. y como representante de los valores.
Facilidad de comunicación: El maestro debe tener lo que coloquialmente se llama, “don de palabra”. No hay que olvidar que en el proceso comunicativo que se establecerá cada día en el aula, él desempeñará la mayor parte de las veces el papel de “emisor”. Pero también será a menudo “receptor” y recibirá constantes respuestas que, sobre todo en los primeros cursos de los niños, no siempre estarán claras, a veces incluso serán tremendamente confusas, y él las debe saber interpretar en la medida de lo posible para poderles corregir positivamente.
Creatividad y decisión: Son dos rasgos diferentes, pero he preferido comentarlos juntos, porque de nada le sirve a un maestro ser creativo a la hora de enfrentarse a situaciones de difícil solución o de hacer propuestas didácticas interesantes, si no tiene la capacidad de decisión suficiente como para llevarlas a cabo.
El maestro se va a encontrar a menudo con situaciones en las que, con los recursos establecidos o habituales, no será capaz de encontrar soluciones rápidas o eficaces. Es aquí donde su creatividad e imaginación va a ser importante para “sacarse de la manga” propuestas de solución viables.
Ser abierto y reflexivo: Es importante mencionar también que esa actitud, si hace bien su trabajo, también la puede transmitir positivamente a sus alumnos a la hora de que puedan utilizar “sus propias palabras” para responder a cuestiones que se les planteen.
Capacidad de trabajo: Hay que romper con el tópico de que el trabajo de maestro es una tarea fácil. Nunca debería haberlo sido. Estamos, o deberíamos estar, lejos del maestro que se sentaba o se sienta en la mesa a leer el periódico o en la actualidad a navegar por internet, Aún durante las tareas individuales, siempre requieren de nuestra observación y apoyo, y eso no quiere decir que en un momento dado no podamos hacer simultáneamente otras tareas que nuestro trabajo requiere, como el de buscar información o datos para enriquecer una próxima explicación, corregir ejercicios, planificar la siguiente clase, etc. pero, siempre, sin dejar de estar pendientes de la clase.
Rasgos personales
Buena preparación y disposición a la formación continúa: A lo largo de sus estudios de magisterio, habrá adquirido muchos de esos conocimientos, tanto prácticos como teóricos, pero estos no siempre serán suficientes. Además de una lógica y continua labor de recordatorio para mantener frescos sus conocimientos, el maestro deberá tener una adecuada predisposición a continuar formándose, prácticamente de forma ininterrumpida.
Capacidad investigadora:
En esa formación continua en que se debe implicar el maestro, él puede jugar un papel directo y protagonista en cuanto a su propia capacidad investigadora. No todo el conocimiento, que le va a venir bien añadir al que ya tiene, se lo van a dar “mascado”, sino que él mismo, con su propio esfuerzo e investigación deberá tomar las riendas en un auto-aprendizaje teórico y práctico que le ayudará a dinamizar y amenizar las clases.
Habilidad manual:
Considero que, aunque no es imprescindible que el maestro sea un “artista”, sí es necesario que tenga un nivel mínimo y suficiente de destreza para ayudar y formar adecuadamente a los niños en sus diversas manualidades, dibujos, troquelados, recortables, modelados, etc.
Capacidad de organización y planificación:
El maestro va a tener que pasar de una materia a otra varias veces a lo largo de una jornada, y lo tiene que hacer de forma organizada. Y no estoy hablando sólo del horario, que es algo bastante fácil de llevar y asimilar por los niños, sino de las adecuadas transiciones, y a veces relaciones, entre contenidos. A una determinada actividad de conocimiento del medio, con una lectura sobre un tema interesante, se le puede sacar mucho partido también desde el punto de vista del lenguaje, haciendo ver a los niños la importancia práctica de dicha relación, justificando así la conveniencia de una enseñanza globalizada en educación primaria.
Capacidad de evaluación:
Va a ser esta la que mas le comprometa, La evaluación no tiene que pecar ni de ser muy rígida ni muy blanda; ha de ser eficaz. El niño ha de saber cuándo lo ha hecho mal, pero hay que saberle motivar para buscar su mejoría, y no frustrarle en exceso mientras haya margen de corrección. También nos encontramos con un problema en el caso contrario.
Motivador:
Antes hablaba de que hay que saber motivar a los niños, especialmente si sus resultados académicos no son buenos. Estamos ante otro rasgo, cuando se posee, que da muestras de buena profesionalidad por parte de los maestros. Lo considero tan importante o más que cualquiera de los anteriores. El maestro no se debe limitar a evaluar y “dar batallas por perdidas”, sino que se debe esforzar al máximo y jugar todas sus bazas para intentar motivar a sus alumnos y levantar la seguridad en sí mismos.
Responsabilidad:
Para terminar, hay que destacar este rasgo, tanto personal como profesional que un maestro debe tener. La responsabilidad no es precisamente un rasgo exclusivo que deba tener el maestro, sino que debería ser común a la totalidad de la vida, en lo personal, y a la totalidad de las profesiones.